arte ingrato

La poesía no paga, me dicen, es un arte muy ingrato. Quienes estudian letras a nivel licenciatura en la universidad salen a dar clases, no salen a escribir, nadie les paga por que escriban. El músico cuando no está componiendo puede tocar lo que ya está compuesto y obtener algún dinerillo. El pintor en un golpe de buena fortuna puede vender un cuadro. Pero la poesía no se recita en los camiones, no se graba en cd's con música, no la difunden las estaciones de radio (o muy raras veces lo hacen). Nadie nos pagaría por leerla en voz alta. Es muy impopular. Si de manera personal hacemos ediciones rústicas de nuestros poemas y nos ponemos a venderlos vamos a batallar para encontrar clientes porque la gente cuida el perfil de estulticia. Si se ponen a comprar libros o a leer pueden salir del voluntario patrón de estulticia y quedar “en malas relaciones”. La mayoría de las veces a los poetas sólo los leen los otros poetas, el principiante que quiere aprender, el que ya sabe y busca inspiración, perfeccionamiento. Casi a todos los mueve el objetivo egoísta de querer escribir algo propio y no tanto la intención de pasar un momento agradable disfrutando de una buena lectura. El poeta termina por tratar de venderse a sí mismo. De esa manera obtendrá un salario, difusión de su arte, viajes al extranjero, reconocimiento, presencia en el mundo laboral. Pero no es su poesía o su talento lo que está vendiendo, es su tiempo, su vida, su alma, su sexualidad, su albedrío lo que está subordinando a una voluntad superior.

¡Ah, sí, los premios, los concursos literarios y los premios...!