Había tiempo

Tiempo suficiente
En el recipiente cristalino
En cualquier cajón de madera
Yo me bañaba en el mar de la tranquilidad
Ajeno al ataque de los cuerpos celestes
Bastaba abrir un libro para encontrar comida
Trepar la noche para tener agua
Los ojos ingrávidos de las muñecas dormían
Todo era silencio
El gusto de las estrellas tendía líneas
Que unificaban las acciones
Para los rasgos estaba la rozadura de los labios
La caricia sobre la nota limpia
La noche luminosa arropada al corazón vegetal
hervía en las válvulas de la vida
dejando a su paso palabras calcinadas
que tardaban en ceder
todo tenía unas ganas enormes de valer la pena
adelante el signo de interrogación era el camino indemne
que se perdía de vista entre los árboles de azúcar
caía una lluvia segura de sí misma
no eran de lumbre los sigilos
ni de granito el peso cinerario de las espaldas